
En octubre de 2005 Stephenie Meyer publicaba “Crepúsculo”, su primera novela. Su protagonista era Isabella Bella Swan, una chica de 17 años enamorada de Edward Cullen, aparentemente un adolescente solitario y atormentado como muchos. Pero su rebeldía resulta tener causa: Edward es un vampiro, aunque sin los típicos tics y tips. Por lo pronto, puede hacer vida normal a plena luz del día, tampoco tiene colmillos ni la facultad de transformarse en murciélago, y le gusta estudiar medicina. Eso sí, bebe sangre. Y su primer impulso al conocer a Bella es saciar con ella una sed que se reconforta sólo con sangre animal, nunca humana. “Crepúsculo” se convirtió, de la noche a la mañana, o del mordisco a la succión, en un auténtico fenómeno editorial, erigiéndose en la primera piedra de una nueva saga literaria seguida por miles de fans irreductibles. Por el momento hay cuatro libros, que podrán ser traducidos a cuatro películas. ¿Harry Potter? Cosa del pasado.

Kristen Stewart y Robert Pattinson, la chica
y el vampiro de un megaéxito literario
que acaba de ser traducido a su primera película.
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